¡Cuando llegó el horno!

Al principio la cajuela de mi carro era una alberca de esponjas y plásticos, es la recomendación para amortiguar el choque de piezas frágiles con el movimiento. Transportar piezas secas listas para quemar es de las peores ideas, pues están en su estado más frágil. Más de una vez rompí algunas piezas por un "frenón",  bordo (tope), o bache sorpresivo.  

Así estuve unos meses, mientras probaba, diseñaba y ahorraba para ¡MI horno!

El día que decidí comprarlo no deje de sonreir a pesar de quedarme en el tráfico por más de 2hrs. Su anterior propietaria - ¡una persona linda! - , vive bastante lejos de mi casa. Es una señora que lo utilizó por años de manera muy cuidadosa, ella para vender sus ángeles en cerámica y diseños en vidrio de su hija. Ambas excelentes y cuidadosas personas, eso me dio mucha seguridad para decidirme a comprar el horno.  

El espacio destinado a ser mi próximo taller, necesito de varios ajustes. Después de varios días de trabajo, y gracias a mis cómplices - los albañiles - ¡por fin estuvo listo!. Verlo dentro de mi casa me hizo brincar de emoción, ¡literal daba brincos! Lupita - la dueña del hogar - brincaba conmigo. 

Ahora, me da calor en invierno y me da más calor en verano. Esta ahí para Calixta todo el tiempo, y aunque hace travesuras y me da sorpresas la mayoría de las veces, ¡le amo!

NOTA: Este post corresponde a la llegada del horno que fue en agosto del 2013. Aunque fue ya casi un año, no pude evitar compartirlo y dejarlo como fecha importante para Calixta.

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Tazas... hasta que deje de sacarles la vuelta.

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