De un blog a un registro de escritura - versión 2025
Por allá del 2011, trabajaba yo cómo coordinadora de la carrera de Arquitectura de Interiores en CEDIM, descubrí el mundo de los blogs y nunca me alejé. Estas ventanas en el internet que tenían un autor o conjunto de autores. Tumblr estaba en su apogeo, blogspot vino tantito después. Abrí mi primer blog: A colores y en texturas ese mismo año, dudosa e insegura no lo compartí con nadie, pero siempre me acompaña la sensación y lo que me inyectaba saber que lo tenía, la responsabilidad que sentía por investigar y publicar y lo mucho que valoré ir formándome de una visión y un ritmo al escribir.
Descubrí que me gustaba escribir sobre reflexiones y lo nuevo que aprendía cuándo estudiando arquitectura una maestra de historia semanalmente nos pedía reportes de investigación y síntesis de lecturas y temas que eran parte del programa. Recuerdo cómo disfrutaba hacer esa tarea, eran para entregar un viernes y mi nueva y joven cabeza comenzaba desde el martes a integrar información, buscar imágenes, pensar en estructurar y cada día le editaba, escribía un poco. Entregaba pequeños ensayos en dónde vaciaba mi inquietud por teclear y buscar palabras así como resumir las reflexiones desde la historia de la arquitectura.
En años posteriores por diferentes razones me encontré también buscando cómo escribir. Por que estudiaba algún tema en el que los entregables eran continuos, o porque buscaba foros para expresarme. En la revisa Doméstica en un par de ediciones - proyecto en aquel entonces de -1: 0: 1, ahora Brands &People - también en Velocidad Crítica - de la curaduría de Eduardo Ramirez - , era para mi importante lograr imprimir la palabra y las ideas que se ligaban y electrizaban mi curiosidad. Reconozco en mi siempre un gran placer en el proceso mental de reconocer patrones, ligar ideas, trazar puentes entre discursos y relacionar la manera en cómo lo que estoy haciendo y dónde estoy van tejiendo mi proceso mental. He descrito antes este proceso como algo que te aprieta la cabeza, cómo algo en lo que continuamente hay que tomar distancia, un ir y venir en ese flujo de pensamiento, como un confiar en que el cuerpo y cada experiencia, aunque la mente no este procesándolo directamente, la sabiduría del cuerpo lo sigue asimilando y llega el momento en el que la claridad sucede. Se libera la tensión, la cabeza deja de sentirse apretada y más bien llega un release, como cuándo mueves una calceta que te esta calando y sientes que la sangre fluye de nuevo, o como cuándo has usado un brassiere no tan cómodo - pero muy mono - todo el día y al llegar la sensación de safarlo le da ligereza a todo el cuerpo hasta al pelo. O cómo cuándo al entrar al auto que tiene tiempo bajo el sol, el frío del invierno empieza a derretirse y la cara toma todo ese color para sentirse cálida y habitada.
Cuando comencé CALIXTA, con el propósito de compartir recetas y la manera en cómo las piezas que diseñaba funcionaban, armar un blog fue una decisión de lo más instintiva. Hoy, tantito más de una década después, y muchos años dese que estudíe arquitectura, escribir se ha vuelto parte de mi hacer. La poesía es mi refugio para procesar ideas, mi libreta del momento y la pluma fuente me hacen sentir que puedo crear en cualquier momento, ligar en cualquier momento, volver una idea en algo que me alimenta. Ahora, escribir sobre recetas ya no es lo que me nutre y hace sentido, sé que se que hay algo del construir, de crear, permitirme transformarme por lo que se pasa por la palabra escrita y ponerle preguntas a las ideas que solo ocupan espacio pero no están sirviendo.
Me ha costado meses llegar a este lugar en dónde reconozco que he tomado decisiones desde hace muchos años que iban dirigidas hacia dónde estoy. Será la edad, será la nueva conciencia de la toma de decisiones, será el cambio de palabra, soltar el decidir por el vivir, el experimentar. Lo que se experimenta va armando y abriendo nuevas ventanas, nuevas preguntas, palabras, abrazos, dolores, risas, lágrimas, renuncias que terminan por posicionarnos en una geografía construida, más bien, en permanente remodelación. Aprender a vivir entre los plásticos y el polvito que no se va, señal, de que algo se ha caido y algo nuevo se esta levantando.