Diseñar, hacer, luego comer en ellos... ¡siii!
Cónoce el proyecto final ¡aquí!
Empezamos a intercambiar mensajes, a seguirnos en instagram, hasta que se llegó el día en que nos conocimos en persona. Compartir con Cecy González el proceso de este restaurante fue divertido, de nervios, de confianza, de sinceridad y de mucho trabajo.
Sisu. Cocina México Oriental es el nombre de este lugar al que por primera vez entrego una colección de vajilla para uso en restaurante. El proceso fue distinto a todo lo que había hecho antes (creo que siempre digo lo mismo, pero no miento, así lo siento). Desde tomar el reto de hacer varias piezas, correr el proceso de diseño y administrar los tiempos de entrega. El acercamiento se dió con la anticipación necesaria antes de la apertura (esto lo agradezco muchísimo) y durante todos los meses no dejé de producir platos para este pedido.
Cecy tiene una visión muy clara y específica de lo que si es y lo que no es Sisu, así que con esa transparencia me comunico sus necesidades. Tipos de pieza bien definidos, tonalidades de color bien definidas. Utilicé todas las técnicas de formación que conozco, pinching, placa, barbotina para moldes y la mezcla de todas en una que otra pieza. Digamos que fue un proceso largo, de constancia, de un diseño sencillo que mantener pero detallado en su resultado final.
Fue un proceso variado, al ser distintas técnicas de formación y distintas piezas, el acomodo en el horno, los días de producción fueron muy flexibles y llenos de posibilidades.
Alguna vez alguien me preguntó cuál era la diferencia entre producir para un chef y su restaurante y producir para personas y sus casas; en su momento no lo tenía muy claro, no recuerdo que contesté.
Resulta que es definitivo: el chef tiene un plan para cada plato. Con Cecy pasó tal cual. Ella sabía exactamente como se vería que pondría, que colores, texturas habría de utilizar en cada platillo, y entonces el diseño de cada pieza fue sintetizar estas ideas y ofrecer un producto que respondiera. Las delimitantes y necesidades fueron siempre claras. Los colores de esta vajilla nacen de esto, de esta imagen mental y de sabores que ya tenía construida para cuando me invitó al proyecto. Las texturas, los brillos accidentados, los bordes irregulares, los dedos, las texturas más todo lo que no se controla, fueron mis manos y el proceso mismo.
Tener claridad antes de producir ayuda mucho, a mi me pasa lo mismo con las vajillas para clientes que son personalizadas. Siempre quiero saber lo más que pueda sobre el cliente, fotos de su comedor, de su casa, si tiene mascotas, que come, a que hora come y que tanto cocina. Esto me da inspiración y es contenido que se va directo al cerebro, luego a imágenes de referencia, algunos sketches, paso días marinando las ideas...para cuando mis manos están creando saben exactamente que hacer.
Y luego viene el proceso cerámico, ese proceso de 18 días que toma el hacer, secar, quemar, esmaltar y volver a quemar de cualquier pieza que trabajo. En el proceso es común que sucedan sorpresas. Que si la cerámica se inclina un poco en ese bowl mientras se va secando. Que si el horno calentó un poquito de más en alguna área y eso generó cierta textura en el nivel en el que estaban las piezas, que si el negro se movió distinto en el horno y sacó brillos de azul... y así. Esta parte ni yo misma puedo ofrecerla o comprometerme, es totalmente el proceso y eso es lo que es Calixta.
Esta parte de proceso de mayor incertidumbre y también de mayor satisfacción al terminar un proyecto.
Y entonces... ¡se llegó el día que me tocaba conocer Sisu como comensal! Iba un poquín nerviosa, emocionada, curiosa... sabía que los platos ya estaban entregados y en uso, pero usarlos yo ¡es diferente! Primero decir que comimos de-li-cio-so. Se acercó Cecy a saludarnos y su recomendación fue no recomendarnos y entonces... pedimos y pedimos.
Mientras llegaba cada plato yo los veía y pensaba ¡ay este bowl, claro que me acuerdo! Y flashback del proceso... veía mis dedos por ahí, en el esmalte o en la pieza. Sentí como el plato ya no estaba en un horno, o en una caja envuelta en papel para su entrega, estaba vistiendo la mesa. Esa sensación, no se describirla aún, aún no se que hacer con ella. Enfocarme en la comida, en como se ve, en como se siente, en como contrasta, en como las personas toman el plato, lo mueven, lo miran antes de comer, esa sensación es la que me mueve mucho. Luego comer... ¡bueno! hubo sus instantes de silencio, luego comentarios, luego "mira prueba"; ya sabes como es cuando algo te esta gustando.
Si es como un ritual ir a Sisu, hay dos o tres momentos cuando sientes que ellos mismos te preparan para lo que sigue... y eso ¡esta bien padre!
Comimos bien y suficiente, el postre era frío y crijiente y cremoso y esponjoso y sabroso y bonito. ¡Muy bueno! El diseño de postres para Sisu es de Chuy Elizondo.
El espacio reúne todo esto de lo que he hablado, mi parte favorita... ¡las texturas! Y aquí es donde sale lo arquitecta y lo interiorista - no lo puedo evitar - . Materiales honestos, colores sobrios pero todo se diferencia de todo por sus texturas. Toques de color para hacer brillar detalles, mesas con formatos y en colores diferentes, sillas muy cómodas, iluminación puntual y un servicio amable y certero.
Quiero volver, volveré.
¡Gracias! a Cecy González y a sus socios por la confianza y paciencia para entregarme esta parte de su gran proyecto. Gracias a Calixta por darme la oportunidad de hacer lo que más me gusta.
PD. Me falto la foto de las gyozas... ¡son un must! <3
Fotografías de este post y del proyecto: por mi, tomadas en Sisu. Conoce el proyecto final - ¡aquí!
Espacio interior: Taller la confitería
Plaza Nativa 2ndo piso. Con reservación.
Apoyo en el proyecto de: Daniela Beltrán y Gustavo Cárdenas ¡Gracias!