LOS CUERPOS QUE DEJÉ IR

Vange tamez

Existe un paralelismo entre las partes de una vasija y las partes del cuerpo humano. Una vasija, como el cuerpo, tiene partes nombradas: boca, hombros, cuello, brazos, cuerpo, pie.

Y es que el cuerpo humano es el contenedor por excelencia de quien fuimos y somos en cada momento. Millones de células se mueven mientras hablamos, un órgano late y hace correr sangre por nuestras venas, el cerebro esta continuamente recorriendo vínculos y caminos, nuestro sentir esta ligado a nuestra biología.

En esta serie exploro los posibles cuerpos que he tenido a lo largo de distintos momentos de mi vida y me cuestiono: si pudiera cambiar mi cuerpo a la misma velocidad y ritmo que cambio mi mente, querría dejar una pieza que honre cada momento, que sea testigo de lo que fui y lo que soy. Esperando que con la práctica del hacer, las transiciones a nuevas posturas y composiciones sean más suaves y ligeras, entre lo que me nutre y mis emociones, entre mis memorias e intenciones, entre mis deseos y desesperos.

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Esta serie se compone de 14 piezas únicas, 14 composiciones de un cuerpo que dejé ir. Cada pieza fue hecha con cerámica pigmentada en distintos colores e intenciones de esmalte brillante de acuerdo a cada figura.

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